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¿Cómo salimos de la victimización y revictimización que nos hace vulnerables? 

Víctimas y victimarios convivimos a diario por la calle, cruzándonos en el subte, en el barrio, en la misma familia y me pregunto ¿qué hacemos con eso?, ¿cómo nos resignificamos? ¿Cómo salimos de la victimización y revictimización que nos hace vulnerables? Nos movemos en un ambiente en el que, mientras nuestro ser está tratando de salir hacia adelante, hay profesionales y medios de comunicación que machacan hasta el cansancio mensajes de desesperanza y venganza: una persona abusada no se recompone más, una violada menos aún, el asesinato de un ser querido obliga a que te conviertas en un ser macabro y vengativo, una víctima de robo hace que seas una persona llena de ira porque no pudiste o no supiste cuidar tu propiedad privada, etc. Así podemos enumerar cada uno de los delitos que queramos y si dejamos que estos mensajes operen sobre nuestra capacidad de discernimiento y nuestra voluntad, veríamos que su influencia nos iría convirtiendo en personas sin grandeza ni capacidad de transformación y nos volvería ciegos hacia el otro, que comparte el mismo espacio, que es un ser humano y que inevitablemente convive junto a la víctima. Entonces suceden movimientos contraculturales, casi milagrosos, como VxP en los que se habla de convivencia, de integración, de pacificación, aún con todo lo difícil que es instalar estos temas en una sociedad como la nuestra.

Yo fui víctima de un delito grave. Me ha costado mucho perdonar y perdonarme, he trabajado mucho sobre mí misma y para mí ha sido una tarea larga y difícil, sobre todo para salirme del papel de víctima. Salir del cliché que impone “el sentido común” de que la víctima “está rota”, de que sin una infancia feliz no se tiene una vida feliz. Sobre esa experiencia traumática llevé a cabo una reconstrucción de mi persona.

Soy mediadora, o sea que me dedico, estudio y llevo a la práctica el manejo de conflictos para una convivencia pacífica, y sé de primera mano lo difícil y duro que es confrontar con conflictos, aunque sean menores. Es por eso que entiendo que no es nada sencillo lo que propone VxP, que intenta una vía, la de la paz, tan poco transitada que a veces parece que va construyendo el camino al andar. Pero esto no sería posible si no fuera porque VxP está compuesta por personas que han dado un salto cuántico en la vida. ¿Y de qué va ese salto? ¿Cómo lo lograron? ¿Y qué piensan de la vida de los otros? ¿Cómo son con los demás conflictos? Son preguntas que deberíamos poder contestar para hacer alguna generalización (aunque sean injustas). Primera y única palabra clave: amor. El amor: sentimiento positivo que nos hace estar cerca de nuestra humanidad bondadosa, generosa y clara.

Segunda: protagonismo. Para dejar de ser víctima hay que ser protagonista de la propia vida, hay que tomar las riendas y actuar con los dolores y las mochilas a cuesta, sabiendo que solo cada uno de nosotros puede intentar transformarse para convivir, para pacificar. Porque los ofensores (algunos con intención, otros sin intención) están por todos lados y también son víctimas, pero esa diferencia, que es sutil y también muy importante, debería hacernos salir de los postulados pontificadores del bien y del mal, y solo así, viendo las interacciones, las interdependencias es que podremos corrernos de lugares oscuros, de sentimientos que nos achican la cabeza y el corazón y ser personas que se juntan en movimientos como VxP y que solo entienden la vida desde una mirada compasiva, desde el amor.

17 de Noviembre de 2017 - Quequén - Argentina

PDF: https://cooperativaliberte.coop/pdf/carta_de_diana_marquez_a_VxP.pdf