Con vista al muro de cemento que rodea la prisión de Batán, se encuentra un lugar de remanso que pertenece al territorio Liberté, apto para la meditación y la descarga de tensiones propias del encierro. Este estupendo parque, poseedor de un ecosistema arbustivo, circunda un estanque en el que habitan peces de la especie koi, quienes con sus variados y atractivos colores, concitan la atención del lugar donde conviven con patos, nacidos de una incubadora de Liberté, haciendo de esto una postal nunca vista en una prisión.

El nombre de este remanso, "Parque Medellín", obedece al pedido de la viuda del Juez Dr. Mario Juliano, padrino de nuestra cooperativa, ya que fue el último lugar que él visitara. Juliano trabajó en favor de la construcción de nuestro espacio desde sus albores y nunca será olvidado por su valioso aporte hacia lo que también se constituyó en un sueño por transformar la vida de las personas desde el encierro, brindando oportunidades como pasar por un sistema de autogestión, lo cual hace de Liberté algo único en el camino de superación.

Carlos es una persona privada de libertad que trabaja en este parque y dialogó con nosotros (Prensa Liberté) sobre su dedicación permanente al mantenimiento. Comenta que actualmente se han hecho algunos canteros para plantas; como no hay ingreso de materiales como cal o cemento debido al bloqueo impuesto por el Servicio Penitenciario, se lograron construir con piedras y barro. Nos habla de su inmensa satisfacción al trabajar en jardinería, algo que nunca había hecho en el mundo libre y que aquí descubrió: "Aquí, yo cargo baterías", dice Carlos mientras esboza una sonrisa y agrega que luego de una jornada en Liberté, vuelve al pabellón tranquilo, listo para cenar y descansar, pensando en su regreso a un lugar dentro de Liberté que abraza como suyo.

Carlos nos cuenta acerca de las carpas koi que son unas 150 y juntos recordamos que las primeras tan solo fueron tres o cinco muy chiquitas que fueron creciendo y reproduciéndose en este espacio. Un lugar donde es hermoso ver esa conjugación de naturaleza y espejo de agua artificial adornado con sus peces y patos.

Carlos llegó a esta cárcel hace tres años y medio; inmediatamente se conectó con un compañero quien le comentó sobre la existencia de la cooperativa Liberté y las posibilidades no solo de trabajar sino también de capacitarse mediante los distintos cursos. También destaca el espacio recreativo donde pueden ver películas, compartir unos mates, caminar, realizar actividades deportivas o simplemente leer un libro en la biblioteca. "Este es un espacio increíble", nos dice Carlos. "Debería replicarse en otras unidades penitenciarias para que muchos privados de libertad puedan llevar una vida como la nuestra".

En la despedida, Carlos dice: "El nombre Liberté está muy acertado porque esto es una verdadera libertad pese a las circunstancias que nos toca vivir."

Fuente: Prensa Liberté.