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En los suburbios de El Palomar, un grupo de jóvenes soñaba con darle voz a su generación. Corría 1988 y la Argentina vivía un cambio cultural, con la democracia consolidándose y el rock nacional encontrando nuevas formas de expresión. Fue en ese contexto que nació Los Piojos, una banda que no solo se encargaría de hacer rock, sino de inyectarle la esencia barrial, la melancolía y la identidad de quienes crecieron en sus calles.

Desde sus primeros acordes, la banda liderada por Andrés Ciro Martínez apostó por un sonido visceral, una mezcla de rock, candombe y blues que hablaba de historias personales, de amores y desencuentros. Su segundo disco, Ay ay ay (1994), fue el álbum que los consolidó. Entre sus canciones, Ando ganas (Llora llora) se convirtió en un himno de la nostalgia y el deseo de reencuentro.

Un país en movimiento y una generación marcada

En 1994, Argentina atravesaba la convertibilidad, un período en el que el peso y el dólar compartían paridad. El rock nacional vivía un auge, con bandas que exploraban sonidos autóctonos y letras que hablaban del sentir popular.

"Llora, llora, llora mi pena de amor"

Desde el inicio, Ando ganas es un lamento convertido en candombe. La frase "Ando ganas de encontrarte, cuánto lejos que estás de acá" refleja la sensación de extrañar, de anhelar la presencia de alguien que ya no está cerca. La canción se siente como una postal de la distancia emocional y física, de los amores y amistades que se desdibujan con el tiempo.

Los tambores y la melodía nostálgica refuerzan esa sensación de abandono. "Llora, llora, llora mi pena de amor", repite Ciro, con una voz que no solo expresa la tristeza de una historia personal, sino también la melancolía que muchos podían sentir en aquella época de cambios y transiciones.

Frases que resuenan en la memoria

"Y un suspiro de madrugada que enciende todo otra vez"

Esta frase evoca esos momentos en que un recuerdo súbito revive un amor perdido o una etapa que quedó atrás. Es un reflejo del poder de la memoria y de cómo ciertos instantes pueden traer consigo una oleada de emociones, iluminando lo que parecía olvidado.

"Ando ganas de encontrarte, aunque sé que ya no estás"

Aquí se expresa el deseo contradictorio de volver a lo que sabemos que se ha ido. No se trata solo de una persona, sino de un tiempo que ya no regresa, de un país que cambiaba y de una juventud que poco a poco se volvía adulta. La letra encapsula la sensación de querer recuperar algo que ya es solo un recuerdo.

"Se me acaba el tiempo, se me nubla el sol"

Este verso transmite la sensación de pérdida y desesperanza, como si el paso del tiempo fuese un enemigo implacable. Habla de la urgencia de vivir y de la melancolía que acompaña la certeza de que las cosas cambian irremediablemente.

El arte como memoria emocional

Los Piojos no solo cantaban; contaban historias. Con cada canción, narraban momentos cotidianos, escenas de bares, trenes y calles donde la vida se tejía entre recuerdos y encuentros fugaces. Ando ganas es una de esas canciones que, sin necesidad de discursos grandilocuentes, se convirtió en un símbolo del sentir de una generación, de la nostalgia por lo que alguna vez fue y por lo que nunca llegó a ser.

En los años que siguieron, la banda siguió creciendo y transformándose, pero su música quedó en la memoria colectiva como una banda sonora de la juventud argentina de los 90. Hoy, Ando ganas sigue sonando en cada guitarra criolla de fogón, en cada murga que atraviesa las noches de carnaval. Es un recordatorio de que la música no solo nos hace bailar o cantar, sino también recordar y sentir.


Este relato ha sido creado por Liberté con la asistencia de la IA euGENIA. Los relatos de Liberté son curados, revisados y editados para garantizar que cumplan con nuestra visión y criterio, reflejando identidad, valores y compromiso. En cada historia, buscamos transmitir resistencia, lucha, diversidad, inclusión y derechos.